Transmutante:
El enigmático viaje a los deseos de la imagen

Carlos Lanza
CuradorPintura que abre la piel para desbordarse por la atormentada grieta del mundo. Trazos que ciñen la luz en la memoria de un cuerpo que se transmuta en otra materia. Lienzo que aglomera el color como un racimo de pájaros agitando sus alas sobre el lienzo. Aleteo salvaje que ahuyenta las formas para armonizar la sombra y la luz. Ritmo de transparencias que al multiplicar el espacio multiplican la herida. Canto de empastes que al extender el viento de la luz sana aquello que el filo de la vida ha desgarrado. Fulgurante retorno de la sangre a las arterias del color.
Destello que abraza la pintura en la ternura del alma. Silencio habitado por ráfagas de luz donde el eco del suplicio dibuja una angustia que se redime en fuego de la espera.
Transmutación que disuelve el cuerpo en un espejo de sal donde la nostalgia sueña la victoria de las formas. Materia que palpita en el corazón de una pintura que se redime en su propia imagen. Imagen que al ser partículas de luz ya no transita por lo que fue sino por lo que desea ser. Ya no la luz del cuerpo sino el cuerpo de la luz. Ya no la forma invitada por la historia sino la forma diseñada por la memoria del color. Emoción derramada en materia. Materia volcada en emoción. Piel de gel que evoca la piel de un cuerpo que se desangra en las sombras de la pintura.

Traslucidos escombros de la memoria sanados
Por la hermosa persistencia de la pintura. Movimiento de formas estallando en el palpito de un cuerpo estremecido que se abre para habitar otras formas. Cuerpo de sed que encuentra en el deseo de la pintura la carne enamorada de su imagen. Esperma de color que fecunda el espacio. Espacio que al ser fecundado expande sus raíces de luz de la pintura. Nada germina más allá del color porque nada habita más allá de los secretos de la luz. Nada está más allá de la forma porque solo la forma puede estallar como flor de fuego en las entrañas de la pintura. Transmutante es una presencia que transita del prado de lo palpable al territorio donde lo enigmático hace visible la música de la imagen.
