Este núcleo es el génesis:
Un impulso inicial, un desbordamiento de manchas de color que buscan significado.
Es un estallido gestual que nace del caos, donde la materia se despliega con fuerza vital, sin aparente contención. Entre estas obras se encuentra Transmutación, la pieza que dio origen a toda la exposición y la única que lleva un título propio. Desde su superficie irradia un movimiento expansivo que parece desbordar hacia los límites del lienzo. Es una pintura que mantiene un estado de oscilación perceptiva: entre la calma y la agitación, la estructura y el caos. El gesto pictórico se conecta con el siguiente, formando una especie de coreografía que recuerda al dinamismo de un paisaje interior o a la memoria fragmentada de una experiencia interna
En esta serie, el gran formato es decisivo: el color se proyecta con intensidad, las manchas cobran vida y los trazos se cruzan como corrientes de energía en tensión. Nada aquí se ajusta a una forma definida ni a un relato previo; todo es energía, gesto en expansión. Es una puerta abierta para dejarse llevar por la fuerza de la obra y emprender el viaje desde el pulso más antiguo y esencial.